
Tras la aprobación de la Reforma Laboral y su promulgación era de esperar que el tema iba, poco a poco, a diluirse. Las estadísticas indican que una ley laboral, que afecte un libro entero, como fue la recién pasada, pasan más de 30 años, luego, no tiene sentido seguir hablando de cambios y “conviene” asumir la realidad. Sin embargo, la realidad es que, prácticamente, todos los días aparecen voces que llaman a realizar “ajustes”.
El martes 18 de Octubre, en el diario El Pulso hay una entrevista a José Miguel Barros, director de finanzas de la corredora de la Bolsa LarrainVial nos dice:
Se puede hacer muchas cosas a nivel micro, sacar lomos de toro, introducir microreformas, pero hay que ir más allá de eso, crear la sensación de consenso, de que Chile va a optar por el camino del desarrollo y del aumento de la riqueza más que de su redistribución.
Hacemos notar que el destacado es nuestro, pero muestra la mirada de quienes llevan las inversiones de los grandes, y destacamos dos ideas: “crear la sensación de consenso“, es decir, no crear consensos, sino sólo la idea y “aumento de la riqueza más que de su redistribución“, en un país con las tasas más altas de desigualdad, la prioridad para ellos no es fijar normas que distribuyan mejor, sino de incrementar esa desigualdad. Aunque la visión de ese diario es siempre la misma, basta ver éste artículo donde se extraña de un fallo “pro operario”, cuando este es un principio básico internacionalmente reconocido. Para aclarar el tema, en lo que respecta a leyes, siempre se asume la igualdad de condiciones entre los participantes, razón por la cual los jueces deben fallar sin inclinarse por algún lado, sin embargo, en lo laboral esto no se da, porque se reconoce las disparidad entre ambos participantes, y se dice que “en la duda, se debe tomar la posición del trabajador“. Éste es un principio general del Derecho del Trabajo, que, sin embargo, al diario le llama la atención, como muchas veces las empresas se quejan de ello.
También tenemos lo señalado por el gerente general de Quiñenco, quien se queja porque los esfuerzos están enfocados en la redistribución, en reducir la desigualdad, en lugar de “mirar el crecimiento”, es decir, nos invita a mantener o incrementar un factor que hace, hoy día, de Chile uno de los países más desiguales del mundo, lo cual no es un elemento que permita llenarnos de orgullo.
Respecto a los mitos que se siguen generando en éste tema basta ver el editorial de El Mercurio donde señala que “se abrió la puerta a la negociación con sindicatos ramales”, cuando el fallo del Tribunal Constitucional lo desechó, como se puede ver en la página 209 del documento:
“El artículo 365 no modifica el nivel en el que se efectúa la negociación colectiva. Con esta norma seguimos estando frente a una negociación colectiva a nivel de empresa, no en un nivel superior a esta, como sería la negociación ramal“. (fojas 1463)
11 ° . Que, en suma, de acuerdo a lo expuesto precedentemente y tal como se señaló en estrado por la defensa de la Presidencia de la República, la disposición no modifica la regla constitucional de que la negociación colectiva debe siempre radicarse en la empresa.
Que El Mercurio tenga en su editorial del día 19 de octubre un texto que desconoce un fallo emitido el 9 de mayo sólo puede ser atribuible a mala fe, de insistir con mentiras esperando generar una realidad paralela irreal para poder obtener, más tarde, frutos políticos. Además, la misma editorial señala:
contrariamente a lo propuesto en un inicio- flexibilizó solo muy parcialmente las jornadas y horarios
Recordarles que esos pactos estaban aprobados y que, producto del fallo del Tribunal Constitucional, que eliminó ciertas partes, el gobierno, para mantener el equilibrio, debió vetar loque ellos reclaman. Esto demuestra que el único interés de éste medio es defender las ganancias de las empresas aunque ello conlleve un desequilibrio mayor al existente en esta relación.
Bueno, la prensa podría quitarse la careta y pedir que vuelva la esclavitud. Ello permitirá que los empresarios puedan seguir creciendo según los deseos expresados en su prensa (por cierto, ¡que falta hace tener una prensa de los trabajadores!).
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